Para muchas personas, perder un par de kilos es uno de los objetivos principales de las sesiones deportivas semanales. Para ello suelen inclinarse en general por el entrenamiento cardio. Adelgazar mediante el entrenamiento de fuerza puede resultar paradójico para muchos. La báscula juega un papel principal en este pensamiento. En ocasiones nos da alegrías y a veces es nuestro mayor enemigo. Se olvida que el peso solo tiene el contenido de información de una mancuerna de hierro . Y a pesar de ello, esta idea sigue estando anclada en la mente de muchos deportistas.
Adelgazar: ¿estar más delgado o ser más ligero?
El índice real, el bienestar, es sistemáticamente descuidado. Así pronto se llega a la conclusión de que un peso menor significa estar delgado, mientras que pesar más significa tener sobrepeso. El hecho de que esta idea es errónea debería poder reconocerse al menos en un segundo vistazo. Se excluyen los factores importantes; Factores que son cruciales. Lo correcto sería lo siguiente: un peso reducido significa ligero y un peso mayor significa pesado. Ligero no es sinónimo de esbelto, así como pesado tampoco tiene por qué significar obeso. Y precisamente ahí radica el punto decisivo.
Aunque los músculos tienen un peso mayor que la grasa, no quiere decir que una persona musculada sea más «obesa» que una persona con la misma masa lipídica. Al contrario. El entrenamiento de fuerza brinda un gran número de efectos positivos sobre la imagen y el estado de bienestar, a pesar de que la báscula intente indicar lo contrario mediante unas cifras distorsionadas. Estar esbelto mediante el entrenamiento de fuerza también quiere decir «ser más pesado mediante el entrenamiento de fuerza».
Mantener la línea con el entrenamiento de fuerza: los músculos consumen calorías
El entrenamiento de fuerza pone en marcha un proceso biológico altamente complejo, llamado «adaptación». Éste se encarga de que el cuerpo se ajuste a las cargas intensivas a las que se somete. Según el entorno medioambiental y condiciones tales como el sueño, la regeneración o la alimentación, se crearán más o menos células musculares, para poder hacer frente a la carga la próxima vez que se pongan en tensión los bíceps, tríceps, dorsales, etc. Al contar con una mayor masa muscular, aumenta también el metabolismo basal.
El metabolismo basal denomina el número de calorías que una persona consume en reposo, sin realizar actividad corporal alguna. Se comienza a partir de la energía necesaria para sostener las funciones básicas del cuerpo. Si la estructura muscular está más desarrollada, consumirá aún más calorías en la fase de reposo para poder funcionar. Cada kilo de masa muscular consume diariamente unas 100 calorías más. El resultado es un aumento del metabolismo. Suponiendo que el cuerpo siempre esté expuesto a actividades durante el día, como es el caso en una vida cotidiana normal, este metabolismo sigue aumentando, dependiendo de la vida cotidiana, el deporte y el organismo. ¡El entrenamiento de fuerza adelgaza!
Efectividad del entrenamiento de fuerza
Un entrenamiento de fuerza efectivo es así al menos igual de efectivo que un entrenamiento cardio. Y es que mediante el entrenamiento de fuerza se abordan dos niveles distintos. Por un lado se queman calorías a corto plazo, para controlar la carga corporal. Por otro lado, el metabolismo basal aumenta a largo plazo. Gracias a un entrenamiento de fuerza estarás pues aprovechando el tiempo doblemente.
Naturalmente, tampoco puede faltar la disciplina. No sirve de nada levantar un par de pesas de vez en cuando. Se debe seguir un plan consecuente de desarrollo muscular para lograr el máximo efecto. ¡Es la única forma de mantener la línea con el entrenamiento de fuerza! Éste no tiene por qué estar hecho de acuerdo con el estilo del culturismo. Lo decisivo es ser consecuente en el entrenamiento.
El entrenamiento de fuerza, además del «efecto anti calorías», también se encarga de aumentar el metabolismo. Debido a la carga intensiva el cuerpo se ve obligado a realizar «horas extra» para reparar las microlesiones de los músculos (agujetas). Para asegurar este proceso, se hace que todo el cuerpo trabaje, incluso durante la fase de reposo, por ejemplo al dormir. Este proceso se conoce en la jerga técnica como «efecto de quema de grasa post-ejercicio». Más allá del entrenamiento, se siguen quemando calorías durante más tiempo.
Conclusión: el peso no es el único factor para determinar la condición física
La quintaesencia de todo ello es que el peso en ningún caso es la medida más adecuada para conocer la condición física. Por eso hay que orientarse según otros factores. Así pues la báscula no debería llegar a tener la importancia que a menudo se le otorga. Y es que aunque no mienta, la báscula no termina de decirnos toda la verdad al completo. Ser pesado no significa necesariamente estar obeso; los músculos no son igual que la grasa. La báscula muestra así en ocasiones una imagen distorsionada de la condición física real.
Estar más esbelto supone un proceso altamente complejo, que conlleva un gran número de factores distintos. En éste, el entrenamiento, el reposo, la comida y mucho otros factores juegan un papel decisivo a la hora de alcanzar nuestros objetivos. Mediante el entrenamiento de fuerza es posible que no se pierda peso. Sin embargo si se hace de forma adecuada y correcta, se podrá lucir un cuerpo más deportivo y esbelto. Un número de dos cifras sobre una báscula no es pues un indicador decisivo, que muestre de manera representativa este proceso. Y si deseas tomar la báscula como indicador del estado actual de tu condición física, al menos deberías hacer uso de un monitor de composición corporal.