Hoy en día recurrimos a todo tipo de medios para hacer que nuestra alimentación sea transparente y nuestra dieta calculable. Desde tablas de valores nutricionales, a vasos medidores, o básculas digitales, etc. Al menos, en la cocina de cada cual. Sin embargo, en el bar, el restaurante o en el buffet de una boda solemos estar solos ante el gran número de calorías. En este artículo te damos algunas pistas para que puedas mantenerte fiel a tu dieta incluso frente a las grandes tentaciones que ofrece el mundo culinario exterior.
El ser humano es lo que come.
Tómate en serio esta célebre frase del filósofo y antropólogo Ludwig Feuerbach, ya que estamos en un momento de pleno autoconocimiento. Nunca antes fue tan fácil como hoy planificar y analizar nuestra alimentación hasta el más mínimo detalle. Tampoco de saber lo que comemos y, por consiguiente, de determinar quiénes somos. Algunos dirán: «Yo, la pechuga de pavo rica en proteínas». «Tú, el pan ácimo bajo en calorías». «Y todos nosotros un poco de Mirinda…» por decirlo de algún modo.
Quienes se hallen en un viaje hacia el propio descubrimiento llamado «dieta», tendrán que enfrentarse a menudo a obstáculos que ponen los amigos, compañeros de trabajo o, abreviando, la vida social. Las invitaciones para comer en terreno enemigo hacen que muchos «nerds» de la alimentación desfallezcan. Cálculo exacto de calorías: difícil. Saltarse a la torera el plan de dieta: muy probable. Es por ello que muchas personas prefieran quedarse en casa. ¡Pero no tiene por qué ser así!
Nuestros consejos para respetar la dieta te armarán con diversas estrategias, para no perder de control las calorías, grasas o azúcares cuando estés fuera de casa. Claro, todo ello sin tener que tomárselo al pie de la letra.
Estrategia #1: Planifica tu comida con anterioridad
Algo que en los Estados Unidos forma parte del servicio de numerosos restaurantes desde hace tiempo, empieza a verse también en distintos restaurantes de las grandes ciudades españolas: cartas de menú online con los valores nutricionales de los distintos platos. Si el restaurante al que piensas ir no ofrece este servicio, siempre puedes hacer uso de un proveedor bastante fiable: Google. Aquí encontrarás rápidamente una visión general sobre los valores nutricionales medios de los platos que tienes intención de pedir.
Estrategia #2: La sencillez al poder
En los platos que mezclan muchos ingredientes, como lasañas, gratinados, etc. es difícil valorar el contenido en grasa, proteína o carbohidratos. Por ello es preferible que pidas platos con menos ingredientes y que se presenten por separado en el plato. Verduras, filete y patatas (evitando que esté todo bañado en salsa o gratinado con queso), son a primera vista más saludables y se puede calcular mejor su valor nutricional. De todos modos, presta atención a que la carne no sea demasiado grasa y que no esté cocinada «a la plancha» con litros de aceite.
Estrategia #3: Dominar el arte de la «guerra»
Al contrario que sucede con las invitaciones espontáneas, una cena planificada con las amistades puede ser un «enemigo» en tu lucha contra las horribles hordas de la tierra KalÓrica. Por ello se requiere la estrategia adecuada. Conoces el terreno (normalmente), ves venir al enemigo y sabes que un ataque por sorpresa no tendrá lugar.Por lo tanto, sabes lo que te espera grosso modo.
Una opción de abandonar victorioso el campo de batalla, antes incluso de que empiece la contienda: desayuno-comida. Con esto nos referimos simplemente a que hagas de tu desayuno la comida de ese día. Si dejas de hacer una de las comidas principales, dejarás el déficit calórico necesario para los contundentes platos que te pondrán delante a la hora de cenar en compañía. Para llenar el tanque hasta entonces y no tener una gran sensación de hambre, lo ideal sería una comida rica en proteínas con mucha verdura, con un máximo de 700 calorías. En el caso de una dieta recomendada de 2000 kcal, esto te dará mucho margen para que puedas cenar con tranquilidad. Y por mantenernos en el lenguaje bélico: estas medidas sólo deben tomarse en «estado de excepción». La regla general obviamente es mantener una alimentación regular.
Estrategia #4: «disociación»
El alcohol no tiene demasiada buena fama entre los amantes del fitness. Un consumo elevado de alcohol puede conducir a un aumento de peso y además tiene efectos negativos sobre el metabolismo lipídico. Eso es un hecho. Sin embargo, obviamente no tienes por qué reventar todas las costuras del pantalón por tomar algo de alcohol. Pero es un desafío no tomar ni gota de alcohol, ya que se trata de un estimulante que sabe desactivar de manera efectiva la zona del cerebro que se encarga de aportar disciplina. Por ello esta es una estrategia destinada sólo a las personas más valientes.
Y si prefieres no tener que renunciar por completo al alcohol durante la cena, intenta que no sean más de 1 o 2 copas. Mejor antes de comer o cuando el servicio ya haya recogido la mesa. Mezclar el alcohol con la comida suele hacer que tendamos a comer y a beber aún más alcohol. Y recuerda que no todas las bebidas son iguales. Un tinto de verano o una clara son las alternativas menos calóricas a los cócteles exóticos y a los tragos largos.
Resumen
Salir a comer fuera con tus amig@s o familia no tiene que suponer ningún problema para tus planes de dieta y tus objetivos fitness, siempre que sigas una estrategia adecuada, tengas algo de autodisciplina y dediques el tiempo suficiente a entrenar. Claro que no debes flagelarte, sino encontrar un punto medio saludable entre el placer y la dieta. Ya que al final del día, lo mejor es llevar una vida saludable y no vivir una vida centrada sólo en el fitness.